En la última década, la figura del influencer ha pasado de ser una curiosidad digital a convertirse en una de las aspiraciones profesionales más populares entre los adolescentes. Plataformas como TikTok, Instagram y YouTube han transformado la manera en que los jóvenes se expresan, consumen contenido y proyectan su identidad.
Cada vez más adolescentes sueñan con dedicarse a crear contenido y alcanzar notoriedad en redes sociales, desplazando incluso a profesiones tradicionales. Este fenómeno plantea una pregunta clave: ¿qué rasgos de personalidad impulsan el deseo de convertirse en influencer? Comprender el perfil psicológico de quienes aspiran a esta carrera resulta esencial para analizar el impacto social de las redes y anticipar los retos que enfrentan los jóvenes en este entorno competitivo y altamente expuesto.
El auge del influencer como aspiración profesional
En los últimos años, el fenómeno de los influencers ha dejado de ser una simple tendencia pasajera para convertirse en una aspiración profesional real entre los adolescentes. Plataformas como TikTok, Instagram y YouTube ocupan un lugar central en la vida de los jóvenes, no solo como espacios de entretenimiento, sino también como escenarios donde pueden construir una identidad pública y alcanzar reconocimiento social.
Diversas encuestas muestran que, especialmente en países como el Reino Unido, un número creciente de adolescentes sueña con convertirse en creador de contenido digital, relegando a un segundo plano profesiones tradicionales como la medicina, el derecho o la docencia.
Este cambio cultural ha despertado el interés de investigadores y educadores, que buscan entender qué motiva a los jóvenes a querer ser influencers. ¿Se trata solo de una moda o hay características psicológicas que predisponen a algunos adolescentes a desear esta exposición pública?
El estudio reciente publicado en Telematics and Informatics aborda precisamente esta cuestión, explorando cómo ciertos rasgos de personalidad pueden alimentar el deseo de dedicarse profesionalmente a las redes sociales. Así, el trabajo de influencer emerge no solo como una alternativa laboral, sino como un reflejo de nuevas formas de autoexpresión y búsqueda de validación en la era digital.
Rasgos de personalidad estudiados
Para comprender qué impulsa a los adolescentes a desear convertirse en influencers, el estudio analizó tres conjuntos de rasgos de personalidad: los conocidos como “Big Five” (apertura a la experiencia, responsabilidad, extraversión, amabilidad y neuroticismo), el narcisismo y las tendencias histriónicas. Los Big Five son ampliamente utilizados en psicología para describir la personalidad humana.
En este contexto, la extraversión —caracterizada por la sociabilidad, la energía y la búsqueda de estímulos— resultó especialmente relevante. El narcisismo, que implica una necesidad intensa de admiración y una visión grandiosa de uno mismo, también fue un foco de interés, ya que investigaciones previas lo han vinculado con comportamientos de autopromoción en redes sociales. Por último, las tendencias histriónicas, asociadas al deseo de llamar la atención y a la autoexpresión dramática, se consideraron por su potencial relación con la exposición constante que implica la vida de influencer.
Para medir estos rasgos, los investigadores aplicaron cuestionarios validados a más de 700 adolescentes de Polonia y Reino Unido, preguntándoles tanto por sus aspiraciones profesionales como por sus características de personalidad. El objetivo era identificar si ciertos perfiles psicológicos se asocian de manera específica con el deseo de ser influencer, en comparación con profesiones tradicionales como la medicina, la docencia o la abogacía. Así, el estudio buscó ir más allá de la moda y explorar si existen bases psicológicas que predispongan a algunos jóvenes a buscar la visibilidad y el reconocimiento que ofrece el mundo digital.
Principales hallazgos del estudio
El estudio revela que ciertos rasgos de personalidad destacan como predictores claros del deseo de convertirse en influencer, especialmente la extraversión, el narcisismo y las tendencias histriónicas. Adolescentes con altos niveles de extraversión tienden a sentirse atraídos por la idea de interactuar con una audiencia amplia y recibir atención constante.
El narcisismo, caracterizado por la necesidad de admiración y una visión grandiosa de uno mismo, también se asocia fuertemente con la aspiración a ser influencer, ya que las redes sociales ofrecen un escenario ideal para la autopromoción y el reconocimiento público. Las tendencias histriónicas, por su parte, implican una inclinación a buscar atención y expresarse de manera llamativa, lo que encaja perfectamente con la dinámica de visibilidad y espectáculo de las plataformas digitales.
El análisis de los datos muestra diferencias interesantes según el país. En Polonia, el narcisismo fue el principal predictor de la aspiración a ser influencer, mientras que en el Reino Unido destacaron la extraversión y las tendencias histriónicas. Además, se observó que la consciencia —relacionada con la organización y la autodisciplina— tenía una relación negativa con el deseo de ser influencer en algunos modelos, aunque este vínculo no fue consistente en todos los casos. Esto sugiere que quienes buscan esta profesión pueden sentirse menos atraídos por rutinas estructuradas y más motivados por la espontaneidad y la creatividad.
En comparación con profesiones tradicionales como la docencia, la medicina o el derecho, los rasgos que predicen el deseo de ser influencer son distintos. Por ejemplo, aunque el narcisismo también predice interés en la abogacía, no ocurre lo mismo con la medicina o la enseñanza. Las tendencias histriónicas, en cambio, son casi exclusivas de quienes aspiran a ser influencers.
Estos hallazgos refuerzan la idea de que la profesión de influencer responde a motivaciones psicológicas particulares, centradas en la búsqueda de atención, validación y estatus social, y que difieren de las que impulsan otras trayectorias profesionales más convencionales.
¿Por qué estos rasgos alimentan el deseo de ser influencer?
Los rasgos de personalidad que alimentan el deseo de convertirse en influencer están profundamente ligados a las características que definen la dinámica de las redes sociales. La extraversión, por ejemplo, implica una inclinación natural hacia la sociabilidad, la energía y el disfrute de la interacción con los demás. Los adolescentes extravertidos se sienten atraídos por la posibilidad de conectar con una audiencia amplia, recibir retroalimentación constante y experimentar la emoción de estar en el centro de la atención. Las plataformas digitales ofrecen el escenario perfecto para satisfacer esta necesidad de visibilidad y contacto social.
El narcisismo, por su parte, se caracteriza por una fuerte necesidad de admiración, una imagen grandiosa de uno mismo y la búsqueda constante de reconocimiento. Ser influencer permite a quienes poseen este rasgo proyectar una versión idealizada de sí mismos, controlar su imagen pública y recibir validación a través de “me gusta”, comentarios y seguidores. Esta retroalimentación inmediata refuerza su autoestima y les brinda una sensación de estatus y relevancia social.
Las tendencias histriónicas, finalmente, se manifiestan en el deseo de llamar la atención y expresarse de manera dramática o teatral. Los influencers con este perfil disfrutan del espectáculo, la creatividad y la autoexpresión constante que exige la creación de contenido. Las redes sociales, con su énfasis en la imagen, el video y la inmediatez, se convierten en el espacio ideal para quienes buscan destacar, sorprender y mantener el interés de una audiencia cada vez más exigente. Así, estos rasgos de personalidad se alinean perfectamente con las oportunidades y recompensas que ofrece el mundo digital.
Implicaciones y posibles riesgos
Si bien los rasgos de personalidad como la extraversión, el narcisismo y las tendencias histriónicas pueden impulsar el deseo de convertirse en influencer, también pueden conllevar ciertos riesgos y desafíos en el contexto de las redes sociales. Estos perfiles suelen estar asociados a una mayor sensibilidad a la crítica y una fuerte dependencia de la validación externa.
La vida de un influencer implica estar constantemente expuesto a la opinión pública, lo que puede generar presión para mantener una imagen perfecta y recibir aprobación continua. Esta búsqueda de reconocimiento puede traducirse en altos niveles de estrés, ansiedad o incluso episodios depresivos, especialmente cuando la respuesta de la audiencia no cumple las expectativas.
Además, la necesidad de atención y la autoexpresión constante pueden dificultar la gestión de la frustración ante comentarios negativos o la falta de interacción. Quienes presentan rasgos narcisistas o histriónicos pueden ser especialmente vulnerables a los vaivenes emocionales propios del entorno digital, donde la popularidad es volátil y la competencia es intensa. Por otro lado, la menor presencia de la consciencia —relacionada con la organización y la autodisciplina— puede dificultar la adaptación a rutinas exigentes y la gestión responsable de la propia imagen y contenidos.
Por todo ello, es fundamental que quienes aspiran a ser influencers desarrollen habilidades de alfabetización digital, resiliencia emocional y una visión realista de la profesión. La educación en estos aspectos puede ayudar a prevenir problemas de salud mental y a favorecer una relación más sana y sostenible con el entorno digital y la exposición pública.
Conclusiones
En conclusión, la extraversión, el narcisismo y las tendencias histriónicas son los rasgos de personalidad que más alimentan el deseo de convertirse en influencer entre los adolescentes. Estos perfiles buscan atención, validación y reconocimiento, pero también pueden enfrentar desafíos emocionales asociados a la exposición y la presión constante en el entorno digital.


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