¿La falta de democracia nos hace más antisociales? Un estudio sugiere que sí

Investigadores muestran cómo el sistema político moldea nuestra tendencia a la antisocialidad.

¿La falta de democracia nos hace más antisociales? Un estudio sugiere que sí

¿Puede el tipo de sistema político en el que vivimos influir en la manera en que nos comportamos con los demás? Aunque solemos asociar la democracia con derechos políticos y libertades individuales, su impacto va mucho más allá de las urnas.

Un reciente estudio sugiere que la falta de democracia no solo afecta a las instituciones, sino que también puede tener consecuencias profundas en la vida cotidiana, fomentando actitudes más egoístas, desconfiadas y antisociales. En otras palabras, la calidad democrática de un país podría estar estrechamente relacionada con la forma en que sus ciudadanos se relacionan entre sí.

¿Qué es la democracia y por qué importa?

La democracia es mucho más que un sistema político en el que la ciudadanía vota para elegir a sus representantes. Es, ante todo, una forma de organización social basada en la participación, la igualdad y el respeto a los derechos fundamentales. En una democracia, las personas tienen la libertad de expresarse, de asociarse, de protestar y de influir en las decisiones que afectan a su vida cotidiana. Este modelo fomenta el diálogo, la cooperación y la confianza entre los miembros de la sociedad, ya que todos tienen la oportunidad de ser escuchados y de contribuir al bien común.

La importancia de la democracia radica en su capacidad para crear un entorno donde las diferencias se resuelven mediante el debate y el consenso, no por la imposición o la violencia. Cuando las instituciones funcionan correctamente y la ciudadanía puede participar activamente, se fortalece el sentido de pertenencia y responsabilidad colectiva. Así, la democracia no solo garantiza derechos políticos, sino que también promueve valores sociales como la tolerancia, la solidaridad y el respeto mutuo.

Por el contrario, la falta de democracia suele estar asociada a la desconfianza, el aislamiento y la apatía social, factores que pueden erosionar la cohesión y el bienestar de una comunidad.

¿Qué entendemos por comportamientos antisociales?

Los comportamientos antisociales son aquellas acciones que van en contra de las normas y valores que permiten la convivencia armónica en una sociedad. Se manifiestan en actitudes como la falta de empatía, la desconfianza hacia los demás, el egoísmo, la indiferencia ante las necesidades ajenas o la tendencia a actuar solo en beneficio propio, incluso si eso perjudica a otros. Ejemplos cotidianos de comportamientos antisociales incluyen no respetar las filas, ignorar las reglas de tránsito, tirar basura en espacios públicos o negarse a ayudar a alguien en apuros.

Más allá de las acciones individuales, el comportamiento antisocial puede extenderse a actitudes colectivas, como la intolerancia, la discriminación o la exclusión de ciertos grupos sociales. Estos comportamientos dificultan la cooperación y debilitan los lazos sociales, generando un ambiente de desconfianza y aislamiento. Cuando predominan, la calidad de vida disminuye y se hace más difícil resolver problemas comunes. Por eso, entender las causas y consecuencias de la conducta antisocial es fundamental para promover sociedades más justas, solidarias y cohesionadas.

El estudio: ¿cómo se investigó la relación?

Para entender si la falta de democracia puede influir en el aumento de comportamientos antisociales, un grupo de investigadores llevó a cabo un estudio comparativo en varios países con diferentes niveles de democracia. El equipo analizó datos de encuestas internacionales que medían tanto la calidad democrática de los gobiernos como la frecuencia de conductas antisociales entre los ciudadanos, como la desconfianza, el egoísmo o la falta de cooperación.

La metodología consistió en recopilar información de miles de personas, preguntándoles sobre sus experiencias cotidianas, su disposición a ayudar a desconocidos, su nivel de confianza en los demás y su percepción sobre la honestidad y el respeto en su entorno.

Además, los investigadores utilizaron índices reconocidos para clasificar el grado de democracia en cada país, considerando factores como la libertad de prensa, la transparencia institucional y la participación ciudadana.

Los resultados mostraron un patrón claro: en los países con menor calidad democrática, las personas tendían a mostrar más comportamientos antisociales y menos disposición a colaborar con otros. Por el contrario, en sociedades más democráticas, predominaban la confianza, la cooperación y el respeto mutuo. El estudio sugiere que la democracia no solo afecta la política, sino que también moldea la manera en que las personas se relacionan entre sí.

¿Por qué la falta de democracia puede hacernos más antisociales?

La relación entre la falta de democracia y el aumento de comportamientos antisociales puede explicarse por varios mecanismos sociales y psicológicos. En primer lugar, en sociedades donde la participación ciudadana es limitada y las decisiones se imponen desde arriba, las personas tienden a sentir que su voz no cuenta. Esta sensación de impotencia genera desconfianza hacia las instituciones y hacia los demás, ya que se percibe que el sistema no protege los intereses colectivos ni garantiza la justicia.

Además, la ausencia de libertades fundamentales, como la libertad de expresión o de asociación, restringe la posibilidad de interactuar abiertamente y resolver conflictos de manera pacífica. Cuando la represión o el miedo a represalias están presentes, la gente suele replegarse en sí misma y evita involucrarse en asuntos comunitarios. Esto debilita los lazos sociales y fomenta el individualismo y la indiferencia ante los problemas ajenos.

Desde la psicología social, se sabe que la confianza y la cooperación florecen en ambientes donde las reglas son claras, justas y compartidas. La democracia, al promover la transparencia y la participación, fortalece estos valores. Por el contrario, su ausencia puede crear un clima de sospecha, aislamiento y actitudes defensivas, ingredientes clave del comportamiento antisocial.

¿Por qué la falta de democracia puede hacernos más antisociales?

La relación entre la falta de democracia y el aumento de comportamientos antisociales puede explicarse por varios mecanismos sociales y psicológicos. En primer lugar, en sociedades donde la participación ciudadana es limitada y las decisiones se imponen desde arriba, las personas tienden a sentir que su voz no cuenta. Esta sensación de impotencia genera desconfianza hacia las instituciones y hacia los demás, ya que se percibe que el sistema no protege los intereses colectivos ni garantiza la justicia.

Además, la ausencia de libertades fundamentales, como la libertad de expresión o de asociación, restringe la posibilidad de interactuar abiertamente y resolver conflictos de manera pacífica. Cuando la represión o el miedo a represalias están presentes, la gente suele replegarse en sí misma y evita involucrarse en asuntos comunitarios. Esto debilita los lazos sociales y fomenta el individualismo y la indiferencia ante los problemas ajenos.

Desde la psicología social, se sabe que la confianza y la cooperación florecen en ambientes donde las reglas son claras, justas y compartidas. La democracia, al promover la transparencia y la participación, fortalece estos valores. Por el contrario, su ausencia puede crear un clima de sospecha, aislamiento y actitudes defensivas, ingredientes clave del comportamiento antisocial.

Implicaciones sociales y políticas

Los hallazgos de este estudio tienen importantes implicaciones tanto para la sociedad como para los responsables de las políticas públicas. Si la democracia favorece comportamientos prosociales como la cooperación, la confianza y la solidaridad, entonces fortalecer las instituciones democráticas no solo es un objetivo político, sino también una estrategia para mejorar la convivencia y el bienestar general. Una sociedad en la que las personas confían unas en otras y colaboran activamente es más resiliente ante desafíos colectivos, como crisis económicas, desastres naturales o pandemias.

Por otro lado, la erosión de la democracia puede tener efectos negativos que van más allá del ámbito político. El aumento de la desconfianza, el individualismo y la apatía social puede dificultar la resolución de problemas comunes y debilitar el tejido social. Por eso, es fundamental promover la participación ciudadana, la transparencia y el respeto a los derechos fundamentales como pilares de una sociedad cohesionada.

Además, estos resultados invitan a reflexionar sobre el papel de la educación cívica y la importancia de crear espacios de diálogo y encuentro. Fomentar el debate, la tolerancia y la empatía desde edades tempranas puede ser clave para construir sociedades más democráticas y menos propensas a la antisocialidad.

Conclusiones

El estudio analizado demuestra que la calidad de la democracia influye directamente en la forma en que las personas se relacionan dentro de una sociedad. Donde la democracia es sólida, predominan la confianza, la cooperación y el respeto mutuo, mientras que su ausencia favorece actitudes antisociales y desconfianza.

Estos hallazgos subrayan la importancia de fortalecer las instituciones democráticas y promover la participación ciudadana, no solo como un fin político, sino como un medio para mejorar la convivencia y el bienestar colectivo. Apostar por la democracia significa también apostar por una sociedad más solidaria, empática y cohesionada, capaz de afrontar con éxito los desafíos comunes y de construir un entorno más justo para todos.

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  • Neumann, C. S., Kaufman, S. B., & Ten Brinke, L. (2025). Citizens in democratic countries have more benevolent traits, fewer malevolent traits, and greater well-being. Scientific Reports, 15(1), 13346.

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Javi Soriano. (2025, mayo 8). ¿La falta de democracia nos hace más antisociales? Un estudio sugiere que sí. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/social/la-falta-de-democracia-nos-hace-mas-antisociales-un-estudio-sugiere-que-si

Psicólogo

Javi Soriano es graduado en Psicología por la Universidad de Valencia y está acabando un Máster en Investigación Psicosocial. Le interesa todo lo que tiene que ver con las personas y la sociedad, pero le encanta leer y escribir sobre temas relacionados con el género, la sexualidad y las minorías. Es una persona muy curiosa a la que le encantan los debates y aprender de los demás.

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