Las emociones forman parte de todas las personas, están en nosotros siempre. Aparecen de forma natural, no elegimos que aparezcan. Simplemente las cosas que vamos viviendo van haciendo que aparezcan.
Por eso, como es algo con lo que tenemos que convivir, es muy importante aprender a gestionarlas, canalizarlas y entenderlas. Todos hemos visto alguna vez a alguna persona sintiendo una emoción muy intensa y cómo eso cambia su forma de actuar, su comportamiento, etc..
Cuando una persona está muy triste, no tiene ganas de hacer nada, todo le cuesta mucho, no sonríe tanto, no habla tanto, llora… Cuando una persona siente miedo, eso la puede paralizar, bloquear… Por eso es importante aprender a gestionar nuestras emociones, porque si no lo hacemos, ellas nos dominarán a nosotros. Y ahí es donde decimos cosas que no pensamos, contestamos mal, tenemos actitudes hirientes o simplemente nos mostramos pasivos.
Identificando mis emociones
Para esto es importante conocer las emociones, conocer los nombres de las emociones. Es difícil identificar algo que no sé cómo se llama. Normalmente reducimos nuestro vocabulario emocional a unas pocas emociones, alegría, tristeza, miedo, enfado… pero el rango emocional es muy amplio y cuántas más conozcamos, más fácil nos resultará identificar cuál podemos estar sintiendo en un momento concreto.
Hacer un pequeño análisis, una reflexión de lo que nos ha pasado es muy importante. Muchas veces recurrimos al “no pasa nada” o simplemente seguimos después de que nos haya pasado algo con normalidad sin dedicar un poquito de tiempo a entender que algo que me dijeron me molestó o que eso que quería hacer y no pudo ser o no salió me frustra o me entristece. Y así muchos ejemplos de aparentemente pequeñas cosas que no vamos gestionando y al final salen de otra manera o se va generando un malestar dentro de nosotros.
¿Qué necesito?
Esta sería de las partes más importantes en la gestión emocional. De qué nos sirve un instrumento si no sabemos tocarlo, unos ingredientes si no sabemos cómo cocinarlos, etc… lo mismo con las emociones. Saber qué hacer con ellas, qué nos hace bien, nos ayuda a sentirnos mejor, más aliviados.
No se trata, en un primer momento, de que ya la emoción desaparezca pero sí de sentir que no nos controla a nosotros y también para evitar que se haga más grande, más intensa. Para esto es importante conocerse bien, saber cuáles son las cosas que nos calman, las cosas que nos dan alegría, cosas que nos activan, etc… Aquí el autoconocimiento y escucharnos es muy importante para encontrar lo que exactamente podemos necesitar en cada momento.
Igual que nos vestimos para cada ocasión y elegimos la ropa apropiada, lo mismo sucedería con las emociones. Igual que no iríamos con ropa deportiva a una boda tampoco vale emplear estrategias que alivian la tristeza cuando lo que estamos sintiendo es enfado.
Haz una lista de cosas que sabes que te hacen bien, que te ayudan en alguna medida y luego mira en qué momentos las puedes emplear. Una vez que empezamos a poner esto en práctica cada vez nos volveremos más habilidosos y no entenderemos mejor y aplicaremos antes cosas que nos ayuden y evitaremos así estar demasiado tiempo bajo una emoción con la que no estamos bien y también evitaremos que esto pueda afectar a nuestras relaciones con otras personas y a nuestra relación con el mundo que nos rodea en general.
Te animo a empezar poco a poco. Empieza por las emociones que creas que ya sabes identificar mejor o las que veas que ya te manejas mejor y trata de emplear ahí mayor gestión emocional. Luego podrás ir probando con otras y comprobarás que cada vez te cuesta menos.


Newsletter PyM
La pasión por la psicología también en tu email
Únete y recibe artículos y contenidos exclusivos
Suscribiéndote aceptas la política de privacidad