Cómo la contaminación ambiental afecta al cerebro de los pequeños

Una investigación muestra que la contaminación ambiental deja una marca en el cerebro de los niños.

Cómo la contaminación ambiental afecta al cerebro de los pequeños
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La contaminación ambiental es uno de los mayores desafíos de salud pública en el mundo actual, sus efectos van más allá de problemas respiratorios o cardiovasculares. Estudios recientes han revelado que la exposición a contaminantes del aire, como partículas finas y fases como el dióxido de nitrógeno, puede afectar profundamente el desarrollo cerebral de los niños. Durante la infancia, el cerebro atraviesa etapas críticas de crecimiento y formación de conexiones neuronales, siendo especialmente vulnerable a los efectos nocivos de la contaminación.

Veamos cómo la exposición temprana a la contaminación puede alterar la conectividad funcional entre regiones clave del cerebro, reducir el volumen de estructuras importantes como el hipocampo y generar consecuencias a largo plazo en habilidades cognitivas, emocionales y motoras.

¿Qué es la contaminación ambiental?

La contaminación ambiental hace referencia a toda presencia de sustancias nocivas en el aire, el agua o el suelo que afectan negativamente a los seres vivos y al medio ambiente en el que habitan. En el caso del aire, los principales contaminantes incluyen partículas finas como el PM2.5 y el PM10, así como gases como el dióxido de nitrógeno (NO2) y los óxidos de nitrógeno (NOx). Estas partículas y gases provienen principalmente de fuentes humanas, como la quema de combustibles fósiles en vehículos, fábricas y centrales eléctricas, además de otras actividades industriales.

Las partículas finas (PM2.5) son especialmente peligrosas debido a su pequeño tamaño, que les permite penetrar profundamente en los pulmones e incluso entrar en el torrente sanguíneo. Una vez en el cuerpo, estos contaminantes pueden viajar hasta órganos clave, incluido el cerebro, donde pueden desencadenar inflamación y estrés oxidativo. Este proceso es particularmente preocupante en los niños, ya que sus sistemas respiratorio y nervioso aún están en desarrollo, lo que los hace más vulnerables a los efectos nocivos de la contaminación.

En las primeras etapas de la vida, el cerebro infantil está en constante crecimiento y formación de conexiones neuronales. La exposición a contaminantes durante este periodo crítico puede interferir con estos procesos fundamentales. Además, los niños tienden a respirar más rápido que los adultos y pasan más tiempo al aire libre, lo que aumenta su exposición a las toxinas presentes en el aire. Por estas razones, la contaminación ambiental representa un riesgo significativo para su salud y desarrollo cerebral.

Impacto de la contaminación en el cerebro infantil

La exposición temprana a la contaminación ambiental puede tener efectos profundos en el desarrollo cerebral de los niños. Según estudios recientes, los contaminantes del aire, como las partículas finas (PM2.5 y PM10) y los gases como el dióxido de nitrógeno (NO2), están asociados con alteraciones en las conexiones funcionales entre diferentes regiones del cerebro. Estas conexiones son fundamentales para realizar tareas cognitivas, emocionales y motoras, y su interrupción puede tener consecuencias duraderas.

1. Conexiones cerebrales afectadas

Uno de los hallazgos más relevantes es que la exposición a altos niveles de contaminación desde el nacimiento hasta los tres años de edad está vinculada con una menor conectividad entre la amígdala y las redes corticales responsables de funciones clave como la atención, el movimiento corporal (somatomotor) y el procesamiento auditivo. La amígdala es una región esencial para la regulación emocional y las respuestas de supervivencia, por lo que cualquier alteración en su conectividad puede afectar el manejo de emociones y la capacidad de reaccionar ante estímulos.

Además, se ha observado que la exposición a partículas PM10 en el año previo a una evaluación por neuroimagen está asociada con una conectividad reducida entre las redes salientes y medial-parietales. Estas redes son responsables de detectar estímulos externos y de funciones introspectivas como la percepción del yo. La interrupción de estas conexiones podría influir negativamente en la capacidad de los niños para interactuar con su entorno o reflexionar sobre sus experiencias.

2. Cambios en el volumen cerebral

Otro aspecto importante es cómo la contaminación afecta el volumen cerebral. Investigaciones han demostrado que la exposición a partículas finas durante el embarazo está relacionada con un menor volumen del hipocampo en los niños a los ocho años de edad. El hipocampo es crucial para funciones como la memoria y la orientación espacial, por lo que estos cambios pueden tener implicaciones significativas para el aprendizaje y el desarrollo cognitivo.

Sin embargo, también se ha observado un fenómeno conocido como “crecimiento compensatorio” en esta región del cerebro durante la adolescencia. Esto sugiere que el cerebro infantil tiene cierta capacidad para adaptarse y contrarrestar los efectos iniciales de la contaminación. A pesar de ello, los daños persistentes en otras áreas cerebrales, como las redes funcionales, podrían limitar esta capacidad adaptativa.

En conjunto, estos hallazgos subrayan cómo la contaminación ambiental no solo afecta estructuras específicas del cerebro, sino también su capacidad para funcionar correctamente como un sistema integrado. Estas alteraciones pueden influir en habilidades cognitivas, emocionales y motoras, afectando potencialmente el desarrollo integral del niño durante toda su vida.

Consecuencias a largo plazo

Los efectos de la contaminación ambiental en el cerebro infantil no solo se limitan al momento de la exposición, sino que pueden persistir durante años, afectando el desarrollo y funcionamiento cerebral a largo plazo. Las alteraciones en la conectividad funcional entre regiones clave del cerebro, como la amígdala, el hipocampo y las redes corticales, tienen implicaciones significativas para diversas habilidades cognitivas, emocionales y motoras.

1. Procesamiento emocional

Una de las principales consecuencias es el impacto en el procesamiento emocional. La amígdala, que juega un papel crucial en la regulación de emociones y respuestas ante el estrés, muestra una conectividad reducida con otras áreas cerebrales en niños expuestos a altos niveles de contaminación. Esto podría traducirse en dificultades para manejar emociones, mayor susceptibilidad al estrés y posibles problemas de salud mental, como ansiedad o depresión, durante la adolescencia y la edad adulta.

2. Funciones cognitivas

En términos cognitivos, las alteraciones en redes como las salientes y medial-parietales pueden afectar funciones como la atención, la introspección y la percepción del entorno. Estas habilidades son esenciales para el aprendizaje escolar y el desarrollo social. Por ejemplo, un niño con una conectividad reducida en estas áreas podría tener problemas para concentrarse en clase o para interpretar señales sociales, lo que impactaría su rendimiento académico y sus relaciones interpersonales.

3. Funciones motoras

Las funciones motoras también pueden verse comprometidas debido a una menor conectividad en las redes somatomotoras. Esto podría manifestarse en dificultades para coordinar movimientos o realizar tareas físicas complejas, lo que podría limitar la participación del niño en actividades deportivas o recreativas.

4. Persistencia temporal

Además, estas alteraciones cerebrales podrían persistir durante la adolescencia, lo que sugiere que los efectos de la contaminación ambiental no son transitorios. Aunque algunas regiones del cerebro, como el hipocampo, muestran cierto crecimiento compensatorio con el tiempo, esto no siempre es suficiente para contrarrestar los daños iniciales.

La importancia de reducir la contaminación

Los hallazgos sobre el impacto de la contaminación ambiental en el cerebro infantil resaltan la necesidad urgente de implementar políticas y acciones para reducir los niveles de contaminación en el aire, especialmente en áreas urbanas en las que los niños están especialmente expuestos. Proteger el desarrollo cerebral durante las etapas críticas de la infancia no solo es esencial para garantizar su bienestar individual, sino también para fomentar sociedades más saludables y productivas en el futuro.

La evidencia científica muestra que los efectos de la contaminación en el cerebro pueden ser persistentes, afectando habilidades como la memoria, la atención y el manejo emocional. Por ello, reducir la exposición a contaminantes desde el embarazo y durante los primeros años de vida debe ser una prioridad. Esto puede lograrse mediante medidas como la promoción del transporte sostenible, el uso de energías renovables, la regulación estricta de emisiones industriales y el diseño de ciudades con más espacios verdes que actúen como filtros naturales.

Además, es fundamental que las familias y comunidades también adopten prácticas para minimizar la exposición. Por ejemplo, evitar actividades al aire libre en días con alta contaminación, utilizar purificadores de aire en interiores y exigir a las autoridades locales que tomen medidas concretas para mejorar la calidad del aire.

Proteger el cerebro infantil no solo implica cuidar su salud física, sino también garantizar su desarrollo emocional y cognitivo. Reducir los niveles de contaminación es una inversión en el futuro de nuestros niños y en el bienestar colectivo. Es hora de actuar para salvaguardar su potencial y construir un entorno más limpio y saludable para todos.

Conclusiones

La contaminación ambiental tiene un impacto significativo y duradero en el desarrollo cerebral infantil, afectando la conectividad funcional, el volumen de regiones clave y habilidades cognitivas, emocionales y motoras. Estos hallazgos refuerzan la urgencia de implementar políticas para reducir los niveles de contaminación y proteger a los niños, especialmente durante sus etapas más vulnerables. Actuar ahora es esencial para garantizar su bienestar y construir un futuro más saludable y equitativo para las próximas generaciones.

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  • Michelle S.W. Kusters, Anne-Claire Binter, Ryan L. Muetzel, Mónica López-Vicente, Sami Petricola, Henning Tiemeier, Mònica Guxens. (2025). Outdoor residential air pollution exposure and the development of brain volumes across childhood: A longitudinal study. Environmental Pollution; 373: 126078

Al citar, reconoces el trabajo original, evitas problemas de plagio y permites a tus lectores acceder a las fuentes originales para obtener más información o verificar datos. Asegúrate siempre de dar crédito a los autores y de citar de forma adecuada.

Javi Soriano. (2025, abril 30). Cómo la contaminación ambiental afecta al cerebro de los pequeños. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/neurociencias/como-contaminacion-ambiental-afecta-al-cerebro-de-pequenos

Psicólogo

Javi Soriano es graduado en Psicología por la Universidad de Valencia y está acabando un Máster en Investigación Psicosocial. Le interesa todo lo que tiene que ver con las personas y la sociedad, pero le encanta leer y escribir sobre temas relacionados con el género, la sexualidad y las minorías. Es una persona muy curiosa a la que le encantan los debates y aprender de los demás.

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