Martina siempre había sido una persona autoexigente. Le gustaba destacar en todo lo que hacía, por lo que se aseguraba de que cada tarea estuviera impecable.
Cuando empezó a trabajar en una nueva empresa, se dio cuenta de que la única manera de sobresalir era dar más de lo que le pedían. Así que empezó a quedarse hasta tarde, a revisar su correo fuera de horario y a aceptar cada nueva responsabilidad sin dudarlo.
Al principio, parecía que todo iba bien. Su jefe la felicitaba, sus compañeros la admiraban y ella sentía que estaba en el camino correcto. Pero poco a poco, algo cambió.
Se sentía agotada incluso después de dormir, su paciencia se acortaba y cualquier error la hacía sentirse insuficiente. No entendía qué le pasaba hasta que, en una conversación con una amiga, escuchó un término que lo explicaba todo: burnout. Hablemos sobre esto.
Entendiendo el burnout
El burnout es más común de lo que parece. La Organización Mundial de la Salud lo define como un síndrome resultado del estrés crónico en el trabajo que no se ha manejado bien. Se trata, entonces, de un estado de agotamiento físico, mental y emocional que se acumula con el tiempo y afecta la forma en que una persona se siente con respecto a su trabajo y a sí misma.
¿Por qué pasa esto? Las exigencias laborales han aumentado en los últimos años. Muchas personas sienten que deben estar disponibles todo el tiempo, cumplir con expectativas poco realistas y trabajar más allá de sus límites. La falta de descanso adecuado, el miedo a no ser suficiente y la presión de un entorno competitivo pueden llevar a este desgaste.
Cuando todo esto pasa, los síntomas no se hacen esperar… Y, por lo general, suelen tener consecuencias nada agradables para quienes los experimentan.
Señales del síndrome del trabajador quemado
El burnout no aparece de un día para otro, sino que da señales que muchas veces se ignoran. Algunas de las más comunes son:
- Agotamiento extremo: No importa cuánto duermas o descanses, la sensación de fatiga es constante.
- Falta de motivación: Lo que antes te interesaba ahora te parece pesado o sin sentido.
- Cinismo o desapego: Te sientes distante con tu trabajo, como si nada de lo que hicieras importara realmente.
- Irritabilidad y cambios de humor: Pequeñas situaciones que antes no te afectaban ahora te alteran con facilidad.
- Problemas de concentración: Te cuesta enfocarte en las tareas y cometes más errores de lo habitual.
- Síntomas físicos: Dolores de cabeza, tensión muscular, problemas digestivos o dificultades para dormir pueden estar relacionados con el agotamiento laboral.
Si te identificas con varias de estas señales, es momento de replantear cómo estás manejando tu carga laboral y qué puedes hacer para mejorar tu bienestar.
Estrategias para evitar el burnout laboral
Todo sería mucho más sencillo si evitar el burnout fuera solo cuestión de descansar un poco más o tomarse unas vacaciones, pero el asunto va más allá. Para ello, es necesario cambiar la forma en la que se trabaja, establecer límites claros y aprender a gestionar la energía de manera inteligente.
Poner límites y respetarlos
La tecnología ha hecho que muchas personas sientan que deben estar disponibles en todo momento. Las notificaciones fuera del horario laboral, los correos que llegan en la noche y las reuniones que se extienden más de lo necesario hacen que el trabajo se infiltre en la vida personal. Esto genera una sensación de agotamiento constante y la idea de que nunca se termina de trabajar.
Para evitar esto, es importante definir horarios específicos y cumplirlos. Si el trabajo termina a cierta hora, no se debe seguir respondiendo mensajes ni asumir nuevas tareas. Es útil comunicar estos límites a colegas y supervisores para que sean respetados.
Recordar que el descanso es más que necesario
El descanso adecuado no solo implica dormir bien, sino también hacer pausas a lo largo del día y desconectar mentalmente del trabajo. Trabajar sin parar no aumenta la productividad, al contrario, disminuye la concentración y el rendimiento.
Las pausas activas ayudan a despejar la mente y mejorar la capacidad de resolución de problemas. Salir a caminar unos minutos, estirar el cuerpo o simplemente apartarse de la pantalla evita que la fatiga mental se acumule.
Dormir lo suficiente también es clave. La falta de sueño prolongada afecta el estado de ánimo, la toma de decisiones y la memoria. Ajustar la rutina para priorizar el descanso hace una gran diferencia en cómo se enfrenta el día a día.
No aceptar más de lo que se puede manejar
Tener demasiado trabajo en la lista es una de las primeras causas de burnout. Muchas personas sienten que deben decir sí a todo para demostrar compromiso o evitar conflictos. Sin embargo, aceptar más responsabilidades de las que se pueden manejar solo genera estrés y disminuye la calidad del trabajo.
Aprender a evaluar qué tareas son realmente necesarias y cuáles se pueden delegar o rechazar es fundamental. Es válido establecer prioridades y comunicar cuándo la carga de trabajo es excesiva.
Hablar con alguien ayuda a poner las cosas en perspectiva
Cuando el estrés laboral se acumula, compartir lo que se siente con alguien de confianza puede ser de gran ayuda. Conversar con un colega, un amigo o un profesional permite ver la situación desde otro ángulo y encontrar soluciones que quizás no se habían considerado.
El agotamiento laboral muchas veces hace que se pierda la claridad y se vea todo más difícil de lo que realmente es. Expresar lo que se siente ayuda a reducir la tensión y encontrar maneras de mejorar la situación.
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Analizar si el problema es el trabajo o la relación con él
En algunos casos, la causa del burnout no es solo la cantidad de trabajo, sino la forma en que se enfrenta. El perfeccionismo, la autoexigencia excesiva y la dificultad para delegar pueden hacer que el trabajo se vuelva más pesado de lo que realmente es.
Es importante reflexionar sobre si la carga laboral es realmente incontrolable o si hay formas de manejarla mejor. Ajustar expectativas, aceptar que no todo tiene que ser perfecto y aprender a soltar lo que no está en el propio control ayuda a reducir la presión innecesaria.
Encontrar algo que haga que el trabajo tenga sentido
No todas las personas trabajan en algo que las apasione, pero encontrar una razón para lo que se hace puede marcar la diferencia. Enfocarse en el impacto del trabajo, en las oportunidades de aprendizaje o en cómo contribuye a un objetivo mayor ayuda a mantener la motivación.

Centro Psicológico Cepsim
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Psicólogo
Si después de intentar mejorar la relación con el trabajo sigue siendo una fuente constante de estrés y malestar, tal vez sea momento de replantearse si es el lugar adecuado. Buscar otras opciones no siempre es fácil, pero permanecer en un ambiente que afecta la salud física y mental tampoco es sostenible a largo plazo.
Cuidar la energía antes de que el trabajo la consuma por completo
El burnout no es solo una etapa de cansancio, es el resultado de un desgaste prolongado que puede afectar la salud de forma seria. La solución no está en trabajar más duro ni en esforzarse aún más, sino en encontrar un equilibrio que permita rendir sin sacrificar el bienestar.


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